martes, 13 de septiembre de 2011

Castelvispal - Barranco del Rebollar

Resumen.

          Ruta circular que transcurre por un bello tramo del valle del río Linares, entre Linares de Mora y Puertomingalvo. Visitaremos la tranquila aldea de Castelvispal, además de algunos molinos y masías deshabitadas, y nos adentraremos en un feraz quejigal, en la vertiente oriental del barranco del Rebollar.
ADVERTENCIA! El tramo entre la Molineta y la pista a Las Calzadas está totalmente perdido por la vegetación  y no es recomendable transitarlo.

Masía del Rebollar de Arriba

Distancia aproximada: 12,5 km
Desnivel acumulado: en subida: 700 m., y en bajada: 730 m.

Enlace al track de la excursión




Descripción del recorrido.

          Castelvispal es una aldea de origen medieval que pertenece actualmente al municipio de Linares de Mora. Se encuentra entre montañas, a 1080 m. de altitud, asomada al río Linares en la confluencia de éste con el barranco que lleva su nombre. De las escasas construcciones del caserío destaca la iglesia parroquial de origen gótico, que contiene elementos de los s. XIV al XVII. Está formada por una sola nave, dividida en cuatro tramos por arcos de diafragma apuntados. En el barranco de Castelvispal existen varios manantiales, como la Fontica, que desde antiguo, suministran el agua a la población y contribuyen a regar sus huertas.
Castelvispal
          Junto a la iglesia del pueblo, bajo la plaza, tomaremos el sendero PRTE-31 que se dirige a Puertomingalvo. Desciende al río Linares, entre acequias y bancales de huertas y frutales. Atravesamos el río por un estrecho puente, cerca de los restos de la antigua fábrica de paños, cuya maquinaria era movida por las aguas del río. A principios del s. XIV ya existía en Castelvispal un molino trapero y harinero, conocido como La Cuba.
          Una vez en la pista que procede de El Puerto, abandonamos el PR señalizado y nos dirigimos hacia el norte (izquierda) hasta llegar a otro puente (éste para vehículos), pero que no cruzamos, sino que seguimos por un camino menos transitado y paralelo al río, rodeado de vegetación de ribera. Cuando finaliza el camino, un ajustado puente nos invita a cruzar al otro lado donde encontraremos La Molineta (1025 m), un viejo molino, hoy en desuso, enclavado en un meandro del río y cercado por viejos álamos negros. Seguimos río arriba por una senda de ganado buscando cruzarlo enseguida, para llegar a un pequeño bancal descuidado con unos pocos cerezos.


La Molineta
          Al vadear el río se inicia el tramo más penoso del recorrido, un antiguo sendero en desuso y oculto entre la vegetación, que asciende en zigzag por la empinada ladera, a veces con la única guía de los hitos de piedra que marcan el camino, para los que no utilicen el track del gps. Al poco de iniciar el ascenso pasamos cerca de un aprisco, construido aprovechando una balma, donde en ocasiones se guarece el ganado. El sendero, perdido en buena parte, pasa por encima de éste, cruza un cortafuegos, y serpentea por la derecha de éste. La abundante vegetación dificulta nuestro caminar y facilita la desorientación. Una buena referencia son los postes eléctricos que bajan de la montaña, situados siempre a nuestra izquierda, nos acompañarán hasta alcanzar una pista forestal en la cota 1250 m., justo a la altura de una cancela que cierra el camino a los vehículos.
           Ya en la pista, la seguimos unos metros hacia el norte (izquierda) y la abandonamos por otra menos utilizada que, en lugar de subir, desciende a un barranco. Cerca de aquí podemos ver varias sabinas de gran porte. Poco antes de llegar al cauce dejamos la pista por un sendero de ganado que surge a la derecha, para adentrarnos en el pinar manteniendo en principio la cota 1225 m. Después de atravesar algunos prados y bancales, en cuya umbría abundan los pinos silvestres, arces, majuelos y quejigos, nos dirigimos por un bancal yermo hacia el norte para llegar a la Masía de las Calzadas, hoy sólo habitada por las vacas que pastan en sus campos y se refugian en sus corrales. Dentro del predominio calizo de la zona, la masía y su entorno se hallan sobre un afloramiento de areniscas y arcillas del cretácico inferior. Junto a las casas una balsa sirve de abrevadero al ganado.
Masía de Las Calzadas
          Continuamos nuestro camino hacia el norte, en dirección a la Masía del Romo, por un bancal despoblado de vegetación que nos lleva a una alambrada para animales. La franqueamos y poco después llegamos a un manantial que surge entre juncos en la ladera rocosa, y cuya fuente vierte su caudal a un dornajo (tronco de árbol vaciado), que tenemos que cruzar. En este tramo aflora un estrato del cretácico superior rico en fósiles de la especie Exogyra (conocidos popularmente como Orelles de moro). En la siguiente curva del camino vemos ya la masía, que no llegamos a visitar ya que el sendero circula unos metros por debajo de ella. Ahora el sendero se hace más evidente ya que nos encontramos en un tramo del antiguo camino de Linares a Puertomingalvo, que ha sido señalizado recientemente como PR.
          Descendemos pues siguiendo las marcas blancas y amarillas, hacia el Barranco del Rebollar, por un carrascal salpicado de pinos laricio, con algunos ejemplares monumentales como el que nos encontramos en el camino con dos enormes brazos. Ya cerca del torrente, en la cota 1230 m, la senda se cruza con un camino ancho, se trata de una antigua vereda conocida como el Camino de las Torrecillas, que recorre todo el barranco desde su cabecera cerca del collado de Los Castillejos o San Bernabé, hasta su desembocadura en el río Linares.
El Rebollar en otoño
         En este punto nos encaminaremos hacia el norte (derecha), hasta llegar a la Masía del Rebollar de Arriba. Recorremos un paisaje silíceo con areniscas de tonos claros, en el que se ha asentado un frondoso bosque de quejigos, del cual ha tomado el nombre el barranco, ya que en la zona a este tipo de quercus se les llama rebollos. Subiremos pues por el camino, cada vez más sombrío debido a la espesura de la arboleda, flanqueado por muros de piedra seca. Unos minutos después se bifurca, un ramal asciende penetrando más en el quejigal, es el que tomaremos ahora para regresar por el otro ramal tras visitar la masía. En ocasiones, la vegetación invade totalmente la vereda dificultando el tránsito, en otras el terreno se encharca por el paso de algún torrente. En otoño, los tonos amarillos, ocres y rojizos de quejigos, avellanos y arces, cubren la ladera oriental del barranco, y la hojarasca tapiza el sotobosque.
          Al salir del bosque nos cruzamos con una senda que seguiremos hacia el oeste (izquierda), en dirección a la Masía del Rebollar de Arriba. Se trata de un grupo de casas construidas aprovechando un estrato rocoso de arenisca. En la parte alta se encuentra la era y en la inferior los corrales, parcialmente derrumbados. No llegamos a acceder al caserío ya que, cuando el sendero alcanza los primeros bancales, tomamos un sendero por la izquierda que se desliza escalonadamente por las sucesivas terrazas para buscar el lecho del barranco. Cerca ya de él, seguimos a la izquierda por una senda de ganado que vadea el torrente por un estrecho paso oculto entre la selvática vegetación, entre unos imponentes álamos negros. De nuevo en la vertiente izquierda del Barranco del Rebollar, caminamos por la parte baja del quejigal hasta encontrarnos con la misma vereda de la ida, por la que regresamos hasta el punto en el que se cruza con el camino de Linares a El Puerto.
Río Linares
          A partir de aquí, continuamos descendiendo por una senda hacia el desagüe del barranco en el río Linares. Poco antes de llegar a él, llegamos a un llano desde donde vemos un molino en la vertiente opuesta, y otras construcciones abandonadas. Cruzaremos el río Linares justo donde el barranco del Rebollar vierte sus aguas. Tanto el río como el torrente llevan agua todo el año y después de fuertes lluvias, en la primavera y el otoño, el río puede ir crecido, pero, salvo por la corriente, vadearlo no supone ninguna dificultad.
          Ya en la orilla derecha del río, nos dirigimos hacia el sureste (izquierda) siguiendo el curso del agua. Pronto veremos unas flechas azules que proceden de Castelvispal y señalan el sentido contrario al nuestro. Pasaremos por un pequeño prado protegido por un muro de piedra y al finalizar éste continuamos por un sendero pegado al río. Al poco salimos a un extenso claro y en su extremo opuesto encontramos un camino que asciende para salvar un escarpe rocoso sobre un meandro. El sendero seguirá encaramándose por la ladera, tomando altura y proporcionando unas bonitas vistas primero del valle, después de la Molineta y por último de Castelvispal.
Cementerio de Castelvispal
          Poco antes de llegar al pueblo pasamos por el viejo y recoleto cementerio. Sobre su puerta hay una inscripción que comparte con otros cementerios españoles. Son unos versos atribuidos a Larra que dicen así:
"Templo de la verdad es el que miras,
no desoigas la voz con que te advierte
que todo es ilusión menos la muerte".


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