martes, 20 de septiembre de 2011

Los pueblos iberos

Los Castillejos (Puertomingalvo)

A partir de la cultura indígena del bronce a la que se le incorporan elementos europeos (celtas) y mediterráneos (fenicios, griegos, etruscos), comienza el proceso de iberización de las tierras valencianas, alrededor del s. VI aC. La cultura ibera se manifiesta por una serie de elementos materiales diferenciadores como son la cerámica, la moneda, los objetos ornamentales, el arte y la escritura, con un alfabeto que se ha logrado descifrar, pero cuyo lenguaje, con raices comunes con el euskera y el bereber, es todavía una incógnita. La vida económica se fundamenta en las actividades primarias como la agricultura (cereales, lino, frutales), la explotación forestal (leña, madera), la caza (jabalís, ciervos, toros), la pesca, el pastoreo (ovejas, cabras, cerdos) y la minería (hierro, plomo, plata, oro). Estas bases económicas forjarán la industria de la metalurgia (armas, joyas, monedas, herramientas), de la cerámica, del cuero, de la madera, y las relaciones comerciales con otros pueblos de la península y del Mediterráneo.



El pueblo ibero estaba constituido por varias étnias con personalidad propia. En tierras valencianas, los contestanos se asentaban en el territorio situado al sur del río Júcar, los edetanos se hallaban al centro entre el Júcar y el río Mijares, y los ilercavones se encontraban al norte, hasta el delta del Ebro, aunque hay que considerar que las fronteras no fueron uniformes y se moverían a lo largo del tiempo, por la presión de uno u otro pueblo. 



Por lo tanto la etnia ibera que habitaba las tierras castellonenses fueron principalmente los ilercavones, quienes tenían un tronco común con los ilergetes, procedentes del norte del Ebro. Se dedicaban al cultivo del trigo, aceitunas y almendras. El trigo no solían almacenarlo en silos, sino en una especie de hórreos, en lugares elevados del suelo. Su ganadería la formaban cerdos, ovejas, bóvidos y gallinas, también cazaban ciervos y jabalíes, y en la costa completaban su dieta con la recolección de moluscos marinos. Controlaban las mercancías (minerales, cereales, vino) que circulaban por la parte final del río Ebro, y sus puertos eran visitados frecuentemente por los cartagineses, siendo Tivisa (Tarragona) una de sus principales ciudades. Entre los oficios artesanos que practicaban destacan la metalurgia y la cerámica.


Fuentes de la antigüedad, como el poeta latino Avieno, sitúan también en estas montañas ibéricas, a la tribu de los beribraces, un pueblo rudo y belicoso de ascendencia céltica, vinculado a la cultura de Campos de Urnas, y dedicado sobre todo al pastoreo del ganado, del que obtenían además leche y queso.


Los poblados iberos se situaban generalmente en lugares elevados que les proporcionaban buena visibilidad y cómoda defensa natural. En su interior se diferenciaban varias zonas según su uso, así se hallaban espacios comerciales y públicos, y áreas de viviendas. La distribución interna de la urbe seguía tres modelos básicos. El más común era el de una calle central que daba acceso a las casas, y alguna calle secundaria. Otro modelo era el de varias calles principales que se cruzaban formado una retícula. Y por último, había poblados que se adaptaban totalmente al terreno disponiendo de un trazado irregular.

Muchos de los asentamientos iberos de esta zona se encuentran relacionados con posteriores masías fortificadas situadas junto a las rutas trashumantes, como el poblado de San Antonio, en Mosqueruela, que subsistió hasta época musulmana, o el poblado de Los Castillejos, en Puertomingalvo datado en s. III-II aC., donde se halló cerámica campaniforme, y todavía permanecen las huellas de varios edificios y tres torres.
En la vecina Lucena del Cid se encuentra la torre de Foios, construida con grandes bloques de piedra para defender un poblado que se encontraría a su alrededor. Por los enterramientos hallados y los restos de cerámica, se ha podido datar entre los siglos IV y III antes de nuestra era.
Torre ibera de Foios (Lucena del Cid)
          En Benassal, tenemos los asentamientos de El Castell d’Asensi, muy influenciado por la cultura del Bajo Aragón, con cerámicas decoradas con motivos geométricos y enterramientos en campo de urnas, y el Castell de Corbó, ambos de los siglos II-I aC. En Culla se localiza el poblado del Collet del Salze. En Vistabella encontramos vestigios ibéricos en el mas de l'Alforí, y en la Moleta del mas de Salvador, este último datado en s. II-I aC. También en Vilafranca del Maestrat se halla un pequeño asentamiento en la Serradeta de Vergues, donde se encontró cerámica campaniforme del s. I aC., y el de la Vilavella, donde se hallaron una inscripción ibérica y alguna moneda, junto a cerámica decorada. Por último, en en el Tossalet de la Valera, en Atzeneta, se han extraído cerámicas datadas en el s.II aC.

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