domingo, 11 de marzo de 2012

El período visigodo

Arc de Cabanes (s. II)
          Durante el s.III de nuestra era ocurrieron, en los territorios dominados por Roma, una serie de acontecimientos violentos que entre otras cosas provocaron la huida de la población de las ciudades y el consecuente proceso de ruralización. Este período convulso trajo una serie de reformas que cambiaron sustancialmente la organización política, social, económica y religiosa del mundo romano.
          Uno de estos cambios afectó a la reorganización territorial que, en lo que respecta al País Valenciano supuso la segregación de los antiguos territorios de los contestatanos y edetanos de la provincia Tarraconense, quedando adscritos a la provincia Cartaginense, mientras que la tierra de los ilercavones, al norte , siguió dependiendo de Tarragona.
          Del s. IV y V apenas existen datos históricos de nuestra zona, salvo el martirio de San Vicente en la Valentia de principios del s.IV, lo que hace suponer que esta ciudad ya era un destacado centro administrativo.
          Pero fue en el s. V cuando se producen las oleadas de invasiones bárbaras en Hispania. El territorio de la Tarraconense, adonde pertenecía el Maestrazgo, se libró durante bastante tiempo de estas incursiones, aunque finalmente fue también ocupado hacia el año 472, por los visigodos del rey Eurico. Esto indica que permaneció bajo el dominio romano prácticamente hasta el final del Imperio de Occidente.
          A la caída del Imperio Romano, en el 476, los visigodos trataron de pacificar la península y reconstruir la infraestructura urbana de algunas ciudades importantes, iniciando una etapa de relativa calma y reconstrucción de parte de lo destruido durante los saqueos anteriores. Los invasores poseían el poder político y militar, pero la población seguía siendo hispana, ya que cuando más tarde llegó el pueblo godo apenas ocupó una parte de la meseta.
Monedas acuñadas en Saguntum en el s. VII
          El período visigodo, que ocupó desde finales del s. V hasta principios del s.VIII, fue muy parecido al final del Imperio Romano, tanto en la vida social, como en el desarrollo económico y en la religión, en la que permaneció vigente la cultura cristiana centrada en la Iglesia. Los obispos procedían de la antigua nobleza hispánica que se cristianizó, por lo que mantenían el poder político y económico a nivel local. Algunas propiedades pasaron a los nuevos dirigentes godos, pero por otra parte desaparecieron las duras cargas fiscales del Bajo Imperio. Se mantuvo la estructura urbana, sin apenas construcciones nuevas ya que se aprovecharon los edificios romanos.
          Relacionado con el desarrollo comercial, prosiguió el auge de los asentamientos a lo largo de la costa, especialmente al sur de la ciudad de Valentia. Los productos procedían principalmente del norte de África, que exportaba cerámica fina de mesa y para la cocina, además de ánforas con aceite y vino. También llegaban ánforas de vino desde Palestina y Siria. Estos bienes se distribuían sobre todo entre las ciudades, castros fortificados y monasterios próximos a la costa, donde residían las élites urbanas, militares y eclesiásticas.
Cerámica de época visigoda hallada en Valentia
          Los visigodos mandaban desde Toledo. Eran reyes extranjeros que enviaban delegados germánicos a las tierras ocupadas, pero estos pronto se hicieron cristianos, hablaron latín y adoptaron las costumbres romanas.
          A mediados del s. VII se inició el declive del reinado visigodo con una etapa de desastres naturales (sequías, malas cosechas, plagas de langosta) que produjeron largas hambrunas y epidemias como la de la peste bubónica. Además, en el norte de la península se luchó contra vascones y francos. Pero lo más grave fue la inestabilidad política con continuas luchas sucesorias entre clanes familiares y los problemas sociales y de orden público, además de la creciente autonomía de la nobleza.
          Los hallazgos arqueológicos de la etapa visigoda en el Maestrazgo y resto de Castellón son muy escasos. En Onda apareció una pieza religiosa, una patena de bronce, datada entre los siglos VII y VIII, que se utilizaba para bautizar a los nuevos cristianos. En la Vall d'Uixó se ha excavado una necrópolis hispano-visigoda cuyas fosas pertenecen a los s. VI y VII.

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